Me detengo y no hago nada. No sucede nada. No pienso nada. Escucho el discurrir del tiempo.
Tal es el tiempo. Familiar e íntimo. Su furia nos lleva. Su apresurada sucesión de segundos, horas, años, nos lanza hacia la vida, luego nos arrastra hacia la nada… Lo habitamos como los peces habitan el agua. Nuestro ser es ser en el tiempo. Su arrullo nos alimenta, nos abre al mundo, nos turba, nos asusta, nos mece. El universo devana su devenir arrastrado por el tiempo, según el orden del tiempo.
Carlo Roveli, El orden del tiempo.
Agujeros negros
2020
Tejido a ganchillo
Medidas variables